Saber vivir.

Voy a dejar aquí un artículo completo de Jesús Terrés porque no tiene desperdicio. Él habla sobre “El turismo que no interesa” y aunque no estoy de acuerdo con su punto de vista todo lo que dice es una verdad como un templo. Precisamente por eso, porque todo lo que dice es verdad, da exactamente igual el turismo que uno haga si, en esencia, se dispone de la habilidad de hacer de cada día una aventura.

Como bien dice en su artículo, conviene recordar que todo lo que no es señal es ruido y que estamos aquí para dar un mordisco al universo. Eso, se hace o no se hace, independientemente de que uno elija un viaje organizado o no; independientemente de que uno elija la “media pensión”, la “pensión completa” o ninguna pensión. Y es que la pregunta ¿por qué viajamos?, tiene una clara respuesta para mí: porque la vida es un viaje. Y a esto hay que añadir su frase final “No me interesa la sumisión ante los días grises ni viajar (que es vivir) con quien no haga de cada día una aventura”.

Aquí, el articulo completo (para ver los links que el autor incluye, visitad la fuente).

"El verdadero viaje no consiste en buscar nuevas tierras, sino en mirarlas con nuevos ojos", Voltaire.

Yo escribo sobre restaurantes, viajes y personas. Escribo sobre comer, beber y vivir (que es, al fin y al cabo, la misma cosa) así que no es poco común el debate en la sobremesa acerca de las verdaderas razones de todo esto: ¿Por qué viajamos? Y a mí, que no me interesan tanto las respuestas como las preguntas, solo se me ocurre pedir otra copa -que sean dos, citar a Pasolini en El olor de la India "Me gustaba caminar solo, callado, aprendiendo a conocer paso a paso ese nuevo mundo” y recordar (recordarme) que cada viaje debería ser el más importante, ese que lo cambia todo. Recordar que todo lo que no es señal es ruido y que estamos aquí para dar un mordisco al universo. 

Y todo lo demás, no interesa. 

No interesan las agencias de viajes (¿te gusta que te organicen la vida? ¿no? ¿y por qué un viaje sí?), el zumo de bote de tantos desayunos mediocres ni la media pensión -pocas cosas tan tristes como la “media pensión”. 

No interesan los “hoteles con encanto” (el encanto no se anuncia, se descubre), los maîtres estirados ni los ascensores con teles de plasma anunciando viajes en globo y cepillos de dientes. No interesa el hilo musical, la carta de almohadas, las tónicas premium ni ese horrible mapita con la X en el hotel y el fosfi hasta el Prado. Sal a la calle -hay gente, pregunta. 

No interesa la Ibiza trasnochada, Ushuaïa, los "daytime parties" en camas balinesas de poliéster impermeable, las hamacas de lino ni el rollito chill out. No interesan los doscientos pavos por una botella de champán mediocre en Nikki Beach ni las botellas de Belvedere a trescientos pavos (que vale cuarenta, narices) en los reservados de Olivia Valere. En Le Privé, para ser exactos. 

No interesan las colas (nunca, jamás, en ningún caso ni escenario merece la pena perder el tiempo en una cola –Klee no cuenta) las guías de viaje escritas por periodistas monas ni ninguna maldita experiencia que no te rasgue la entrañas. No me interesa la sumisión ante los días grises ni viajar (que es vivir) con quien no haga de cada día una aventura. 

Jesús Terrés

Amén.

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